Algo se acerca. Es el ruido de un motor, de eso no tengo dudas. 

Aquel oído preciso que me permitía distinguir cualquier sonido a la distancia no me acompaña desde hace mucho tiempo. Lo perdí en aquel episodio que preferiría no recordar. Aunque sé que olvidar no es algo que se me de bien.

Aunque ese andar a baja velocidad y cuidadoso al recorrer el camino es inconfundible. ¿Por qué tengo la costumbre de estar en los lugares inadecuados después de todo lo que pasó? ¿Es necesario ponerme tan cerca del camino? ¿Acaso los baobabs no son buenos en todas partes? ¿Lo hago para provocar? Tal vez sea una manera de llamar la atención o probar que soy valiente a pesar de mis años.

Reconozco la voz de Sammy y una parte de mi se tranquiliza. Sé que no me hará daño, pero tendré que escuchar una vez más la historia, historia, contada al grupo de turistas silenciosos que viajan con él y que me apuntan, esta vez, con sus cámaras.

Les habla de cómo nos conocimos y lo que sabe de mi: que soy un solitario, que soy viejo y que decidí vivir por mi cuenta en el parque. Un mínimo recorte de lo que fue mi vida, según mi entender.

Sammy hace mucho hincapié en que no soy peligroso y que por eso pueden acercarse tanto. A veces me gustaría que inventara -¿serían inventos?- y les dijera que soy un tipo duro, que puedo ser malo, que soy inestable, algo que preocupe a los viajeros y de esa forma me miren con respeto y no con lástima. Al fin y al cabo si decidiera tener otra actitud podría llevarme por delante su jeep y romper todo, incluso a ellos.

Conocí a algunos de los míos que hicieron algo así y no vivieron para contarlo. Los recuerdos me alteran y mi respiración se agita. Decido caminar y apoyar mi cabeza contra uno de los troncos y cerrar los ojos. Busco calmarme.

Escuchar a Sammy me aburre y a la vez lo espero cada semana. Es posible que me acerque a este lugar a mostrarme más que para comer. Quizás necesite de su compañía y él de mi presencia para hacer su puesta en escena.

Al abrir los ojos noto que alguien me mira de una manera distinta; no con lástima sino con admiración, mezclada también con un poco de miedo. La situación me toma por sorpresa haciendo desaparecer los recuerdos tristes. Decido darle alguna señal, pero no quiero asustarla más de lo que está. Percibo su tensión, parece nueva en este ambiente. Huelo su miedo y si bien quiero sentirme respetado no quiero que ella me tema.

Quizás si dejara caer mis párpados, le mostraría que no está en peligro. Lo hago y su mirada cambia. Escucho el click de una foto, me sonríe, se siente segura. Creo que nos gustamos y ese sentimiento que debería llenarme de orgullo choca de frente contra mi realidad. Tengo un largo recorrido de vida y conocimiento de sobra acerca de amores imposibles y este es uno de ellos. Me sigue mirando, me toca con su mirada… decido terminar el juego y seguir mi camino, empiezo a moverme con lentitud y hasta con cierta gracia juvenil.

Cruzo por delante del jeep, quiero que todos y especialmente ella vea lo fuerte que soy. Mientras me alejo el motor del jeep se pone en marcha mientras la voz de Sammy se pierde en el camino.

Lau Tullio

2 respuestas a “Bubba”

  1. ❤️❤️

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