Buenos Aires, Argentina

Nos contactó Max Mirelmann (a quien le agradezco) y a partir de ahí empezó un intercambio de mensajes para poder hacer esta nota. Laura no sabía quién era yo, pero confió y tuvo la generosidad de contarme qué hace cuando no escribe.

Estoy muy contenta y agradecida por la oportunidad de conocer un poquito más sobre esta escritora argentina tan valiosa para nuestra cultura.

LW: En pileta y en solitario. Puedo tirarme unas brazadas si estoy en el río, pero no tengo la técnica, el entrenamiento ni el coraje para nadar en aguas abiertas. Admiro mucho a quienes lo hacen.

LW: Las dos cosas. Mucho silencio y mucho ruido del bueno. Más que ideas suelen surgir soluciones para cosas que en el mundo real (el mundo de fuera del agua) están trabadas. Como siempre: destrabar el cuerpo destraba la mente.

LW: ¡No! Un desafío hermoso y una fuente de energía para esos meses en que el sedentarismo acecha más que de costumbre.

LW: Sí, The Sound of Music (o La novicia rebelde), de Robert Wise. La habré visto unas siete veces en mi infancia, lo cual implicó ir a verla siete veces al cine. Después se me fue alejando pero me quedó la música (tengo el CD), y cuando nacieron mis hijos conseguí el DVD y también para ellos se convirtió en favorita. Con mi hija la habremos visto no puedo calcular cuántas veces. Maria, sus canciones y la familia von Trapp son una referencia constante en casa.

De la temprana juventud traigo Point Break (o Punto límite), de Kathryn Bigelow, que también me sé casi de memoria y que vuelvo a ver siempre que puedo.

LW: Este tipo de pregunta siempre me sorprende, creo que nunca pensé un final alternativo para una película. Me gustan enteras o no me gustan, las tomo así como vienen. En una palabra: cuando todo va bien me las creo. Y si me las creo no quiero imaginar que yo podría cambiarlas, es como si se rompiera el hechizo.

LW: Me es difícil elegir uno solo, ¡me sería difícil elegir diez! Pero a efectos de esta conversación voy a nombrar cinco favoritos: John Cassavetes, Eric Rohmer, Lucrecia Martel, Nanni Moretti, Michelangelo Antonioni.

LW: Vengo estudiando italiano intermitentemente hace cuarenta años: me tocó en cuarto y quinto de la secundaria y al principio no me lo tomé muy en serio, me llevó un tiempo darme cuenta de que iba a ser mi idioma preferido. Es decir: me opuse, me burlé, y así burlándome empecé a aprenderlo, y ya a mitad de quinto ansiaba hablarlo de verdad. Así que a lo largo de la vida fui volviendo a él; a veces por mi cuenta (lecturas, cine, música), otras aprendiendo formalmente (recibí mi diploma en la Asociación Dante Alighieri) y ahora, en los últimos años, tomo clases de conversación online en una escuela hermosa que se llama Italiano Oggi. Es el mejor momento de la semana.

LW: El Nuovo Sacher es un cine chiquito y hermoso, como de los años setenta. Adelante tiene un patio con mesas, adentro un café cuyas paredes están cubiertas de pósters de películas (con café rico de verdad y unas tacitas hermosas), y una sala de butacas rojas, muy bien mantenida y con muchísimo espacio entre filas, como para que puedan estirar las pìernas incluso las personas muy altas. Proyectan estrenos y también organizan ciclos, retrospectivas, etc., y muchas veces van las directoras o los directores a charlar con el público y con Nanni.

LW: Si, vimos una película franco-italiana que ahora se acaba de estrenar acá, Fuera de temporada. Es en francés y los subtítulos estaban en italiano, así que fue un lindo ejercicio. 

Algo más sobre Laura Wittner

De yapa 😉

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